Comoquiera que las cosas no acaban de salir bien, este verano está resultando ser de lo más melancólico. Fuera luce el Sol, hace calor y la luz lo impregna todo de una manera casi líquida pero, aun así, hay momentos en que no puedo evitar sentirme como en pleno otoño. Peor que en pleno otoño, porque al menos así podría aovillarme por las noches en la cama con los primeros fríos en compañía de una fina manta y sentir algo de calor reconfortante, en vez del natural bochorno estival que nos deja a todos sin fuerzas para nada. Es en momentos así que en ocasiones recurro a la música y a la memoria, a aquellas canciones que, muchas veces, se comportan casi como ciertos aromas, capaces de hacernos viajar en el tiempo hasta un lugar seguro que hace mucho que dejó de existir. Una de esas canciones, para mí, es el No me acostumbro de El Último de la Fila. Estos días no para de sonar en mi cabeza, intentando de alguna manera llevarme consigo hasta un lugar más grato... Sin duda mi mayor deseo es que, de alguna manera, lo consiga.
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