A nadie se le escapa que la música en el cine siempre tuvo una importancia capital, incluso antes de ser sonoro: fonógrafos, pianistas y hasta orquestas y coros fueron los encargados de, entre otras tareas, crear un ambiente adecuado que centrara la atención del público en lo que estaba sucediendo en la pantalla. En la actualidad, todos guardamos en la memoria grandes bandas sonoras y espectaculares números musicales, pero hoy no voy a escribir sobre ellos. Hoy voy a escribir sobre dos sencillas canciones que aparecen en dos clásicos. Pasarían desapercibidas en cualquier listado sobre música de cine, sí, es cierto, pero consiguen atrapar nuestra atención y hacernos sonreír como sólo pueden hacerlo los grandes.